EL HOMBRE ANTE LA DECISIÓN DE CASARSE y olvidarse del divorcio. #936558

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PARA QUE EL SÍ SEA LIBRE Y FUERTE
A los treinta, con el corazón acelerado y la vida en marcha, muchos de nosotros nos hemos visto en la misma escena: ropa de fin de semana en una mochila, café de termo, carretera a casa de ella o de nosotros, convivencia de viernes a domingo que parece ensayo general. Nos miramos y pensamos: “¿Es ella? ¿Es ahora?”. El lunes volvemos al trabajo con una mezcla extraña de paz y vértigo. Y se asoma una pregunta que no sabe de horarios: si no doy el paso, ¿estoy perdiendo a la mujer de mi vida? Si lo doy y sale mal, ¿destrozo mi vida y la de los que me quieren?
En España y en América Latina, el eco de la boda religiosa todavía suena fuerte, incluso cuando cada año hay menos bodas de todo tipo. Hay abuelos que guardan fotos en blanco y negro en el aparador, padres que susurran “cuando os caséis…”, grupos de WhatsApp familiares que celebran anuncios de compromiso con fuegos artificiales digitales. Y también hay prejuicios que, a veces, se sientan a la mesa: “vivir juntos, vale, pero sin papeles es otra cosa”, “si algo falla, ella tiene más que perder, mejor asegurar”. La familia de ella, con cariño y con miedo, empuja; la nuestra, quizá, calla pero aprieta. Y en medio estamos nosotros, hombres que no queremos fallar a nadie, sobre todo a la que tenemos delante.
Decidir casarse no es escoger un coche ni cerrar un contrato; es aceptar que nuestra vida ya no será en singular. Es unir historias, familias, costumbres, ritmos, vulnerabilidades, cuentas, sueños y miedos. Es prometer cuidado en lo bueno y, más difícil, en lo malo: en la enfermedad, en el paro, en el cansancio, en la incertidumbre. Y ahí duele el vértigo: ¿cómo reaccionará ella si nos despiden? ¿Qué pasará si un médico pronuncia la palabra cáncer? ¿Qué haremos cuando se junten las facturas, el sueño y el ego?
Nos han vendido dos mitos que no ayudan. El primero: “cuando lo sabes, lo sabes”. Como si un rayo cayese del cielo y se acabaran las dudas para siempre. El segundo: “si dudas, es que no es”. Como si la duda fuese traición y no el reflejo de que algo nos importa tanto que queremos hacerlo bien. En la práctica, la mayoría de decisiones importantes de la vida —trabajo, mudanza, hijos— se toman con una mezcla de convicción y preguntas. El amor merece, al menos, el mismo respeto: cabeza y corazón a la vez.
Este libro nace de ahí. Lo escribimos hombres para hombres, con voz de compañeros, no de jueces. Respetamos que muchos viváis la boda como sacramento y otros como compromiso civil; respetamos que en nuestras culturas la familia extensa esté muy presente; respetamos que algunos hayáis convivido antes y otros no. No venimos a dar lecciones, venimos a ofrecer un camino para decidir con prudencia y valentía. Un método para responder a dos preguntas que no se resuelven con una corazonada:
1) ¿Somos compatibles para construir una vida juntos?
2) ¿Podemos comprometernos ahora, con lo que somos y tenemos, sin poner a la ruleta lo que no debe ponerse?
La promesa es sencilla y exigente: ayudar a transformar el miedo difuso en datos suficientes; el impulso ciego, en decisión adulta. No prometemos certezas del 100 % —eso no existe—, prometemos “seguridad suficiente” más un plan para lo incierto. Lo llamaremos criterio.
En este preámbulo queremos hablarte a ti, que dudas. Queremos contarte por qué tu duda no te descalifica y cómo convertirla en movimiento. Y queremos decirte algo que quizá nadie te dijo así: si hoy no puedes decir un sí libre y fuerte, no eres menos hombre por esperar; al contrario, ejerces el músculo más varonil que existe: la responsabilidad.
***
EL ESCENARIO REAL
Venimos de fines de semana perfectos. Cocina compartida, series, sexo con tiempo, alguna visita a los suegros que termina en sobremesa larga. Todo parece cuadrar. Pero entre semana la vida es otra cosa: jefes, turnos, metro, cansancio, facturas, imprevistos, cuñados con opiniones, niños que algún día pueden llegar, padres que envejecen. “Nos conocemos” significa haber visto al otro en varios climas, no solo en verano. La duda que te muerde —¿y si la vida nos pone a prueba y no estamos listos?— es sana.
Añade a eso el coro: amigos que se casan “por contagio” y te empujan sin maldad (“¡anímate, hermano!”); otros que se separan y te asustan (“no te cases, que se te acaba la vida”); alguien que insinúa que sin boda tú estás “a medias”; la frase de un tío que dice que “las mujeres pierden más si no hay papeles” y te deja la responsabilidad del mundo en la espalda. En este ruido, es fácil confundir el deseo con la prisa, la prudencia con la cobardía.
Lo cierto es que casarse por miedo al qué dirán, por no quedarse “el último”, por tener un hijo “ya”, por interés de dinero o por evitar conversaciones difíciles rara vez mejora las cosas. Tampoco funciona el romanticismo sin estructura: “el amor nos bastará”. Entre la imposición social y el salto sin paracaídas hay un camino: el método.
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QUÉ ES ESTE LIBRO (Y QUÉ NO)
Este libro no es un sermón, no es un tribunal para juzgar a tu novia y no es una receta única. Es una caja de herramientas para tomar una decisión que te honre y que la honre. Es, también, un manual de prevención: evitar divorcios evitables cuidando cómo elegimos y cómo construimos.
Encontrarás tres ideas fuerza:
1) Filosofía “acierta o aplaza”. Parar cuando falta información no es perder, es respetar el futuro. Postergar ante dudas razonables con un plan de pruebas (no con silencio) es madurez. Y si hay señales de alarma graves, detenerse es amor propio y amor al otro: nadie merece ser elegido por miedo.
2) Due diligence de pareja. No se trata de fiscalizar, se trata de mirar lo que importa: familia de origen, bandera verdes y rojas, hábitos, estilo digital, proyecto de vida. No para atrapar, sino para entender si podemos construir sin hacernos daño. Hablaremos de observables, no de suposiciones.
3) Pruebas de estrés y acuerdos. La convivencia de verdad se parece más a un fin de semana con imprevistos que a un selfie en una cala. Diseñaremos convivencias acotadas, presupuestos de prueba, protocolos de conflicto, reuniones ejecutivas, rituales que blindan la relación y un plan 90–180 días para decidir con datos, no con ansias.
Y todo eso, con respeto por nuestras realidades culturales: religiosidad todavía presente, familias cercanas que ayudan y que, a veces, aprietan; economía que no siempre da aire; geografías que exigen migrar o aceptar distancias. Si hace falta poner negro sobre blanco las diferencias con el mundo anglosajón, lo haremos sin complejo: aquí el domingo con abuelos pesa; aquí la red salva… y también invade. El método incorpora esa verdad.
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¿SIRVE ESTE LIBRO AL QUE DUDA?
Nos planteas la pregunta clave: “Si duda, ¿sirve de algo? ¿No hay que estar 100 % seguro y, además, tener suerte?”. La respuesta honesta es esta: la seguridad absoluta es un espejismo; lo que existe es suficiente evidencia + compromiso + plan. Y sí, la suerte —lo que no controlamos— siempre tendrá un papel. Por eso proponemos algo más humilde y más sólido: que, al terminar, puedas mirar a los ojos y decirte “he visto lo suficiente; hemos hablado lo importante; hemos acordado lo necesario; lo que venga, lo atravesaremos con reglas, no con gritos”.
Dudar no te invalida; te convoca. Si tu duda es pereza, el método la desnuda. Si tu duda es miedo, el método te acompaña. Si tu duda es una señal roja que no quieres ver, el método te obliga a mirarla. Y, si después de mirar sigues en duda profunda, la decisión también es clara: aplazar o terminar con respeto. El amor no se sostiene sobre la niebla.
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A QUIÉN ESCRIBIMOS
Escribimos a hombres que desean querer bien. A creyentes que quieren honrar un sacramento y a no creyentes que quieren honrar una palabra dada. A quienes conviven y a quienes han decidido esperar. A quienes fueron heridos por divorcios ajenos y no quieren repetir guiones; y a quienes han crecido entre familias fuertes y quieren estar a la altura. A todos les decimos: esto va de responsabilidad, ternura y método.
No escribimos contra nadie. Escribimos a favor de un nosotros que no explote en dos años por decisiones tomadas con prisa, por silencio cobarde o por red flags ignoradas. Escribimos para que, si un día tenéis hijos, no hereden la guerra de sus padres. Escribimos para que la familia grande siga cerca, pero sin invadir la habitación donde se guarda la intimidad.
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Altre informazioni:

Formato:
ebook
Editore:
masmasculino.com
Anno di pubblicazione:
2025
Dimensione:
7.39 MB
Protezione:
drm
Lingua:
Spagnolo
Autori:
masmasculino.com