DE “LOS HOMBRES NO LLORAN” AL IGUALITARISMO PRÁCTICO: un viaje por las masculinidades. #936563

Un trato entre hombres
Si has abierto este libro quizá sientas que el mundo, tal y como lo aprendimos, se ha movido del sitio. Que lo que durante años nos dijeron que era “ser un buen hombre” ahora parece quedar bajo sospecha. Que en las tertulias, en la tele, en el trabajo, incluso en casa, hay palabras nuevas, normas nuevas, y un clima donde cualquier torpeza puede convertirse en reproche. A veces molesta. A veces cansa. A veces da miedo reconocerlo.
Nosotros no venimos a llamarte “el problema”. Venimos a proponerte un trato: leer estas páginas con la misma honestidad con la que nos miramos al espejo por la mañana. Sin disfraces, sin insultos, sin autoengaño. Lo que aquí encontrarás no es una acusación, ni un catecismo, ni una competición por ver quién es más virtuoso. Es un mapa práctico para vivir mejor —con más respeto, sí— pero, sobre todo, con más libertad y menos guerra dentro de casa y dentro del pecho.
Lo que aprendimos… y lo que nos costó
Crecimos con mandatos que tenían sentido en su contexto: aguanta, provee, no te quejes, demuestra. Aquella receta dio frutos: familias sacadas adelante en tiempos duros, oficios aprendidos a golpe de madrugón, capacidad de estar cuando hacía falta un hombro firme. No vamos a escupir sobre eso. Hay dignidad ahí.
Pero en ese guion, muchos pagamos un coste silencioso: tragarnos la tristeza, convertir el miedo en enfado, medir la valía por la nómina, confundir cuidar con “echar una mano”, sentir que pedir ayuda nos hacía menos. Y cuando la sociedad empezó a mover piezas —las mujeres con más derechos y voz, los cuidados visibilizados, los hijos con lenguajes nuevos— nos pilló con pocas herramientas. No porque seamos malos; porque nadie nos las enseñó.
Este libro está escrito para ese tipo de hombre: trabajador, cumplidor, orgulloso de lo que ha conseguido y, a la vez, cansado de ir a la defensiva. Si te reconoces en parte de esto, bienvenido. No eres un enemigo al que convertir; eres un aliado que quizá todavía no lo sabe.
Lo que NO es este libro
No es un juicio. No es un manual para sentir culpa. No es una lista de palabras prohibidas ni un concurso de corrección. No te pediremos que renuncies a tu carácter, ni a tu risa, ni a tus afectos. Tampoco es un libro “contra los hombres”. Lo hemos escrito desde nosotros, pensando en nuestras vidas reales, con sus precariedades, sus madrugones, sus facturas, sus silencios y sus ganas de estar en paz.
Lo que SÍ es este libro
Es una invitación a ganar margen de maniobra. A bajar la guardia sin perder respeto. A ordenar la casa por dentro y por fuera. A reconocer que la igualdad bien hecha no nos quita sitio: nos quita carga. Menos guerra en la pareja, menos bronca con los hijos, menos teatro en el trabajo, menos exigencias absurdas para demostrar hombría, más tiempo y mejor sueño. Igualitarismo práctico: de la retórica a cómo nos organizamos mañana.
“¿Y yo qué gano?”
Ganas relaciones más claras y más justas. Ganas salud: dormir mejor, discutir menos, beber por gusto y no por anestesia, pedir ayuda a tiempo, entrenar el cuerpo sin convertirlo en tirano. Ganas respeto de los tuyos: una pareja que no te ve como “ayuda ocasional”, unos hijos que saben que pueden hablar contigo, unos amigos con los que no hace falta llevar máscara. Ganas autoridad serena en el trabajo: liderar sin humillar, poner límites sin explotar, decidir con cabeza y no con adrenalina.
Y ganas algo muy masculino y muy bueno: orgullo. El de mirarte y decirte “no soy perfecto, pero soy fiable”. No el orgullo frágil de quien necesita imponerse; el orgullo sólido de quien sabe sostener.
“Pero… ¿no se han pasado de frenada?”
Es normal que te lo preguntes. Cuando un derecho llega tarde, llega con intensidad. Y cuando las reglas cambian, aparece ruido, torpeza, exageración. No vamos a negar que haya discursos que molestan, que haya modas y eslóganes que chirrían. Lo que proponemos es distinguir el ruido del cambio de fondo. El fondo es sencillo: nadie vale menos por ser mujer; nadie vale menos por cuidar; nadie vale menos por no encajar en un molde. Y a los hombres no se nos pide desaparecer; se nos pide corresponsabilidad y respeto. Si apartamos lo accesorio, el trato es razonable.
Este libro no te pedirá que aplaudas todo. Te pedirá que uses criterio, que mires datos y, sobre todo, que pruebes a hacer cosas de otra manera para ver qué pasa en tu vida real. Si algo mejora, te lo quedas. Si no, ajustas. Sin dogmas.
Un camino a nuestra medida
No vamos a recitar teoría sin ejemplos. En cada parte encontrarás casos, diálogos, herramientas, pactos y protocolos que puedes poner en marcha esta misma semana. Hablaremos de trabajo y de casa, de salud y de ocio, de pareja y de paternidad, de amistad y de comunidad, de redes y de pantallas, de humor y de límites, de violencia y de prevención, de poder y de medios. Siempre con una brújula: más vida vivible.
No te prometemos magia. Te proponemos ensayo: probar acuerdos, medir cómo nos va, reparar cuando nos equivoquemos y seguir. Ese es nuestro estilo: ni sermón, ni moralina, ni postureo. Oficio. Como cuando aprendimos un trabajo: mirando, haciendo, repitiendo, corrigiendo.
Tres acuerdos antes de empezar
Sin humillación. Para nadie. Ni para nosotros, ni para los que queremos, ni para quienes piensan distinto. La humillación es barata; la firmeza respetuosa, mucho más difícil y más útil.
Con evidencia y con piel. Lo que proponemos tiene sentido en datos y en vidas. Si una idea no mejora la vida de casa o de equipo, la revisamos. Si funciona, la extendemos.
Con humor que incluye. No abandonamos la risa; la afinamos. Menos chistes que expulsan, más risa que nos hace soportables en días duros.
Un relato que nos libera
Nos contaron que la fuerza estaba en aguantarlo todo. Hemos aprendido que la verdadera fuerza está en saber parar a tiempo, pedir ayuda a tiempo y reparar a tiempo. Nos contaron que el valor estaba en mandar. Hemos aprendido que el mejor poder es el que sirve. Nos contaron que el amor se demuestra “proveyendo”. Hemos aprendido que se demuestra estando, escuchando, compartiendo carga y palabra.
Ese aprendizaje no nos empequeñece; nos agranda. Nos vuelve hombres de los que otros quieren cerca. Y, sí, nos permite mirar a los ojos a nuestros hijos e hijas y decirles: “estamos aprendiendo a ser mejores compañeros de vida”.
¿Por qué ahora?
Porque ya no nos sirve vivir enfadados con el mundo. Porque las discusiones eternas nos están robando tardes que no volverán. Porque el cuerpo empieza a cobrar peajes y no estamos para peleas inútiles. Porque la vida es corta y porque, aunque suene blando, queremos estar en paz. Paz de la que se trabaja, no la que se finge.
Este libro es una caja de herramientas para esa paz. No vas a estar de acuerdo en todo; nosotros tampoco lo estamos siempre entre nosotros. Pero si lo lees con curiosidad y pruebas dos o tres cosas en serio, apostamos a que notarás cambios medibles: menos reproches, más acuerdos; menos cansancio inútil, más energía bien puesta; menos defensiva, más respeto ganado de verdad.
Hagamos el trato
Tú traes tu experiencia, tu escepticismo, tus razones y tus heridas. Nosotros traemos propuestas, lenguaje claro y práctica. Si algo te irrita, subraya y piensa por qué. Si algo te sirve, pruébalo esta semana. Si algo te emociona, compártelo con quien confías. Y si en algún momento te descubres diciendo “vale, esto lo puedo hacer”, ya hemos ganado todos.
No buscamos que te conviertas en otra persona. Buscamos que seas la mejor versión de la que ya eres: más libre, más justo, más tranquilo, más útil para los tuyos. Eso —y no otra cosa— es lo que llamamos igualitarismo práctico.
Pasa página. Empecemos juntos.